Cuando se da un caso de niño con un trastorno del comportamiento padres y maestros se encuentran ante un niño que no obedece, que puede mostrarse agresivo y que tiene dificultades en sus relaciones sociales. Se observa también que:
Estos comportamientos desbordan. Que el niño conteste mal y se niegue a obedecer genera sentimientos de malestar, de incompetencia, de pérdida de autoridad en los educadores y éstos en un intento de recuperarse se imponen. El educador, entonces, grita más fuerte, repite la orden de forma más severa, amenaza, recrimina la conducta de desafío… y a partir de aquí habrá perdido las riendas y el control de la situación; podrá gritar más fuerte, agredir o desobedecer de forma más manifiesta, y todo ello ante la presencia de otros hijos o alumnos. El resultado es: educadores desolados y negativismo desafiante fortalecido.
Un equipo de profesionales expertos, normalmente encabezado por un psicólogo, ha de ser el responsable del diagnóstico de los trastornos del comportamiento. Desde la familia o la escuela se puede tener una sospecha pero el diagnóstico únicamente podrá ser llevado a cabo por un profesional experto en salud mental.
La evaluación del niño y la familia es necesaria para diferenciar entre un trastorno del comportamiento y las posibles conductas dentro de la normalidad, conductas que pueden ser transitorias y que pueden experimentar los niños, por ejemplo, en fases de cambio como es el paso de la infancia a la adolescencia.
La última versión del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders), el DSM-5 , la herramienta con la que los profesionales cuentan a la hora de diagnosticar los diversos trastornos mentales, cataloga los criterios diagnósticos para cada uno de los trastornos del comportamiento.
Un equipo de profesionales expertos, normalmente encabezado por un psicólogo, ha de ser el responsable del diagnóstico de los trastornos del comportamiento. Desde la familia o la escuela se puede tener una sospecha pero el diagnóstico únicamente podrá ser llevado a cabo por un profesional experto en salud mental.
La evaluación del niño y la familia es necesaria para diferenciar entre un trastorno del comportamiento y las posibles conductas dentro de la normalidad, conductas que pueden ser transitorias y que pueden experimentar los niños, por ejemplo, en fases de cambio como es el paso de la infancia a la adolescencia.
La última versión del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders), el DSM-5 , la herramienta con la que los profesionales cuentan a la hora de diagnosticar los diversos trastornos mentales, cataloga los criterios diagnósticos para cada uno de los trastornos del comportamiento.
En el diagnóstico es necesario especificar si se trata de un Trastorno específico del Aprendizaje con dificultades en la lectura, con dificultad en la expresión escrita o con dificultad matemática. En el mismo diagnóstico se especificará también la gravedad actual, indicando si se trata de leve (el niño presenta algunas dificultades y puede compensarlas o funcionar bien si recibe adaptación adecuada), moderado (presenta dificultades notables y precisa de una enseñanza intensiva y especializada) o grave (presenta dificultades graves que precisan de una enseñanza constante e intensiva individualizada y especializada durante la mayor parte de los años escolares).
En el mismo diagnóstico se deberá especificar el tipo (Tipo de inicio infantil Tipo de inicio adolescente o Tipo de inicio no especificado) y si se da con emociones prosociales limitadas, falta de remordimientos o culpabilidad, si se muestra insensible, carente de empatía, despreocupado por su rendimiento o con afecto superficial o deficiente.
Los padres que advierten síntomas de trastorno del comportamiento en sus hijos pequeños o adolescentes deberán acudir a un profesional para procurar una evaluación y un tratamiento lo más precoz posible, decisión clave para prevenir la aparición e incidencia de problemas en el futuro.
Desde Fundación Adana, los trastornos del comportamiento son diagnosticados por un equipo conjunto de psicólogos y psiquiatras especializados. En la misma fundación se lleva a cabo el proceso diagnóstico completo mediante una historia detallada del comportamiento del niño por parte de los padres y maestros, observaciones clínicas del comportamiento del niño y un examen psicológico completo. Al finalizar el proceso de diagnóstico las familias reciben un Plan Terapéutico individualizado y se les proporciona los recursos necesarios para llevarlo a cabo.
*Información extraída American Psychiatric Association (2014). Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5), 5ª Ed. Madrid: Editoral Médica Panamericana
Para saber más sobre el DSM-5: www.dsm5.org
Las últimas investigaciones establecen que las líneas de intervención para un tratamiento efectivo de los trastornos del comportamiento incluyen: entrenamiento de padres, programas de entrenamiento en habilidades sociales con el niño o joven, programas escolares y programas comunitarios.
Los expertos señalan también que la implicación de la propia familia es fundamental para conseguir resultados satisfactorios en el tratamiento.
Los problemas de comportamiento pueden empeorar o mejorar en función de las estrategias que utilicemos y para que el tratamiento sea efectivo, se debe iniciar en forma temprana.
Desde Fundación Adana se ofrece un tratamiento multidisciplinar y multimodal que puede incluir:
Fundación Adana ha querido dar una respuesta de tratamiento a los niños que ya en edades muy tempranas presentan dificultades importantes de comportamiento, diseñando una intervención preventiva basándose en la eficacia de otros programas (Greenhill i col 2008, Barkley i col. 2000).
El GTP, Grup Terapéutico Precoz, es un programa de intervención grupal dirigido a niños de educación infantil y primera etapa de educación primaria, que presentan dificultades en los hábitos de trabajo básicos para el aprendizaje, comportamientos disruptivos, pobre control emocional, déficit de habilidades de relación y de resolución de conflictos sociales, así como otros comportamientos o actitudes que entorpezcan el buen funcionamiento del aula y otros espacios escolares.
La intervención con los niños se da de forma grupal una mañana a la semana. La sesión sigue una estructura similar a la de la escuela (trabajo personal, actividad grupal, almuerzo, patio…) e incorpora un espacio de trabajo de habilidades socioemocionales. Se pretende mejorar conductas como mantenerse sentado, escuchar las instrucciones de una tarea antes de empezarla, ser persistente en su desarrollo, acabarla, respetar el turno de palabra, mejorar la tolerancia a la frustración, seguir las reglas del juego, compartir con los iguales, conocer y manejar emociones como la ira, aprender a encontrar soluciones ante los conflictos, mejorar la autoestima, entre otras.
La intervención familiar consiste en sesiones formativas hacia los padres, en las que se trabaja la mejora de los hábitos de autonomia, la comunicación, la resolució de conflictos y otras problemáticas que expresen, éstas son guiadas por un terapeuta y cuenta con la posibilidad de la observación en directo de los niños.
Por otra parte, incluye la formación al profesorado en estrategias para ayudar al niño en la problemática que se detecte, en los hábitos de trabajo, en el desarrollo de las tareas, en las relaciones interpersonales…
Esta intervención, que se desarrolla en un espacio de la fundación expresamente diseñado para este proyecto, responde a un trabajo integral de tres grandes ejes, la intervención con el niño, la intervención familiar y la intervención escolar, con el interés de facilitar la generalización en la adquisición de los hábitos positivos. Esta intervención tridimensional facilita la mejora de las dificultades del niño en su entorno natural y colabora en el prevención de problemáticas más graves en edades más avanzadas.